SOBRE EL POLO NORTE EN DIRIGIBLE


 SOBRE EL POLO NORTE EN DIRIGIBLE

Portada del libro SOBRE EL POLO NORTE EN DIRIGIBLEComo sabéis me encantan los libros.  Entre mis preferidos están los escritos por aquellos exploradores que se aventuran en lugares antes inexplorados para hacer partícipes al resto de nosotros de sus descubrimientos.  Y hete aquí que echando un vistazo en una librería anticuario tuve la oportunidad de adquirir la primera edición en castellano de uno de estos ejemplares: “Sobre el Polo Norte en dirigible” (Espasa-Calpe, 1927).

Editado por Roald Amundsen y Lincoln Ellsworth, el libro nos relata los preparativos y la ejecución del que sería el primer vuelo sobre el Polo Norte que logró unir dos continentes.  Aunque todos conocemos las hazañas del noruego Amundsen por tierras polares ―incluso ya hemos tenido alguna ocasión de comentar­las en este blog― lo cierto es que me resultaba desconocida su faceta de aviador.

La obra se compone de distintos informes escritos por algunos miembros de la tripulación, además del relato principal de Amundsen, que logra componer una imagen completa de los pormenores de esta arriesgada empresa.

La expedición tiene sus antecedentes en el año 1925 cuando Amundsen llevó a cabo su propósito de realizar una expedición aérea al Polo Norte.  Junto con Lincoln Ellsworth (que financió en gran parte los costes, al igual que haría en la posterior expedición) se fletaron dos aviones con el objetivo de, sobrevolando Alaska, llegar hasta el Polo Norte.  Los expedicionarios alcanzaron los 87° 44′ Norte, la latitud más septentrional lograda por un avión en ese tiempo, aunque no consiguieron su objetivo principal.  Tildada de fracaso por muchos observadores, Amundsen no se cansó de repetir que esta empresa no era más que la fase preparatoria para el verdadero intento que pretendía unir dos continentes por aire a través del Polo Norte.

Para este segundo intento, Amundsen se decantó por un dirigible como la mejor opción para que la expedición tuviera éxito.  Los aeroplanos solían sufrir averías en los momentos más inoportunos, no dejando otra opción a los tripulantes que la de intentar aterrizar sobre el propio hielo: esta era una maniobra demasiado arriesgada que podía costarte fácilmente la vida.  En cambio, un dirigible tiene la ventaja de que puede permanecer en el aire con todos sus motores parados, permitiendo realizar cualquier reparación sin mayores inconvenientes.

Norge en Kongsfjorden Svalbard Noruega SOBRE EL POLO NORTE EN DIRIGIBLEPara la elección del aparato, Amundsen se puso en contacto con el coronel italiano Umberto Nobile, ingeniero y constructor de dirigibles.  Dada la premura exigida por el noruego, Nobile decidió reformar el modelo N-1, que se encontraba en uso, a pesar de que él prefería un aparato más pesado.  Finalmente, el dirigible N-1 fue adquirido al Estado italiano con la mediación del coronel Nobile y el Dr. Rolf Thommosen, presidente del Aeroclub de Noruega.

Amundsen y Rissen-Larsen fueron a Roma a firmar el contrato de adquisición y, gracias al interés que mostró Mussolini en la expedición, los detalles fueron arreglados rápidamente.  El dirigible estaría listo a principios de 1926 tras la necesaria reforma, momento en que iría una tripulación noruega a Roma para entrenarse bajo la dirección de Nobile.

Para la adaptación al clima polar, la envoltura presurizada del dirigible fue reforzada con enrejados metálicos en la popa y en la proa, conectando ambos extremos a la quilla mediante un tubo flexible de metal.  Esta se recubrió de tela y se utilizó como espacio de almacenamiento y para la tripulación.  El aparato llevaba tres góndolas para otros tantos motores y una cabina de control separada de ellas, todo en la parte inferior de la quilla.

Previamente a estas gestiones, y dado que el dirigible debería sobrevolar gran parte de Europa y Rusia antes de llegar al punto de partida en Svalbard (recordemos que el aparato estaba en Roma y había que pilotarlo hasta Islandia antes de acometer el tramo final de la expedición), en el otoño de 1925 comenzaron los trabajos de construcción del cobertizo y el poste de amarre que habrían de acoger el dirigible.  Estos trabajos se hicieron durante el invierno ártico a fin de que estuvieran terminados a tiempo para la llegada de la aeronave.  El cobertizo, una enorme estructura con cimientos de hormigón y armazón de madera se había construido en completa oscuridad y bajo temperaturas extremas.  Un barco italiano llevó piezas de recambio y otros elementos para la realización de las obras, así como los más de 4.500 cilindros de hidrógeno que se emplearían para “alimentar” la aeronave.

Norge en Pulham SOBRE EL POLO NORTE EN DIRIGIBLEEl viaje del dirigible Norge (bautizado así tras el traspaso de propiedad) para sobrevolar el Polo Norte se inició en Roma el 29 de marzo de 1926.  La primera escala se realizó en Pulham (Inglaterra) donde llegaron a las 3 p.m. del 12 de abril tras 32 horas de vuelo.  Había congregadas unas 3.000 personas que les recibieron, entre ellas el príncipe heredero del trono noruego Olave.  Allí permanecieron detenidos dos días realizando diversas tareas de mantenimiento antes de retomar vuelo a Oslo el 14 de abril.

A continuación se dirigieron a Leningrado para, volando sobre Vadsø (en cuya isla de Vadsøya sigue en pie hoy en día el mástil de atraque) llegar a Svalbard.  El día 7 de mayo tomaron tierra en Svalbard, base de la expedición y punto de partida del “ataque final” al Polo Norte.  La tripulación llevaba a sus espaldas 44 horas de vuelo sin dormir, y habían recorrido la distancia de 7.600 km. desde su salida de Roma.

En Svalbard también se encontraba Richard Evelyn Byrd que estaba preparando su avioneta Fokker para realizar un vuelo con la misma intención de alcanzar el Polo Norte desde el aire.  En ningún caso supuso una sorpresa para Amundsen la presencia del americano dado que había sido él mismo quien le recomendó el lugar desde donde realizar su intento.  Así las cosas, dado que para los noruegos el llegar al Polo era una mera estación de tránsito, decidieron que harían sus preparativos con constancia, pero sin prisas, a fin de evitar toda posibilidad de fracaso causado por la precipitación.  Debemos tener presente que el viaje del Norge tenía el objetivo de sobrevolar el mar entre el Polo y Alaska, una parte del globo que aún seguía inexplorado, pues algunos pensaban que en esa zona había tierra aún sin descubrir.

Amundsen Byrd Bennet y Ellsworth 300x182 SOBRE EL POLO NORTE EN DIRIGIBLE

Amundsen, Byrd, Bennet y Ellsworth

Byrd partió con el Josephine Ford a las 1.50 horas del día 8 de mayo.  Bennet pilotaba y la orientación fue asumida por el propio Byrd.  Pese a que podían ser considerados unos rivales, en realidad los tenían en alta estima y la única preocupación de los noruegos era que volvieran sanos y salvos.  De hecho, si no era así y se encontraban con dificultades, Amundsen tomó la decisión de que saldrían a buscarlos con el Norge pese a que ello podía suponer anular su aventura.  Finalmente, los aviadores regresaron a las 17 horas en un viaje que fue todo un éxito (a pesar de todo, hoy en día hay quienes ponen en duda que realmente alcanzaran el Polo Norte).

Finalmente, y tras diversos retrasos debidos al clima cambiante, el día 11 de mayo se dio la orden de partida y a las 8.00 de la mañana se procedió a sacar la aeronave del cobertizo.  Un total de 16 tripulantes formaban el equipo:

  • Piloto.  Coronel Umberto Nobile.
  • Segundo comandante del Norge y de la misión.  Hjalmar Riisen-Larsen (navegante).
  • Timonel (timón lateral)  Emil Horgen.
  • Timonel (timón principal)  Oskar Wisting.
  • Radio.  Capitán Birger Gottwald.
  • Meteorólogo.  Dr. Finn Malmgren.
  • Periodista.  Fredrik Ramm.
  • Operador de radio.  Frithjof Storm-Johnsen.
  • Jefe reparaciones.  Oscar Omdal (ingeniero de vuelo).
  • Mecánicos italianos.  Ceccioni, Alessandrini, Arduino, Caratti y Pomella.
  • Jefe máximo de la expedición y primer comandante.  Roald Amundsen.
  • Ayudante de Amundsen y patrocinador de la expedición.  Lincoln Ellsworth

Con todo listo, a las 9.55 horas se dio la orden: “Vámonos”.  El termómetro marcaba 4,5 oC bajo cero.

Norge en Kongsfjorden Svalbard Noruega2 300x193 SOBRE EL POLO NORTE EN DIRIGIBLELa primera parte del vuelo fue bastante sencilla dado que clima fue benigno.  No se encontraron demasiados bancos de niebla que impidiesen la navegación y a las 1.25 (hora de Greenwich) del 12 de mayo de 1926 alcanzaron su primer objetivo: se encontraban a 200 metros de altitud sobre el Polo.  En este punto se lanzaron las banderas noruega, americana e italiana (por este orden): banderas de seda cosidas en doble y atravesadas por una barra, unida a una gran asta de aluminio, que quedaron firmemente clavadas en el hielo polar.

Los problemas comenzaron después de haber superado el Polo, ya que el hielo acumulado sobre el dirigible no sólo aumentaba enorme y peligrosamente su peso (calculado al gramo para maximizar el desplazamiento), sino que al desprenderse y golpear con las hélices, muchos trozos salían despedidos a gran velocidad provocando en la cubierta múltiples agujeros.  Además de esto, el clima empeoraba por momentos, creándose enormes bancos de niebla que obligaban a realizar continuos ajustes de altitud y rumbo para conseguir enfilar al punto de destino: la ciudad de Nome, situada al sur de la península de Seward en el Mar de Bering, en el estado de Alaska, Estados Unidos.

Tras muchos esfuerzos y totalmente desorientados debido al clima adverso, decidieron tomar tierra en un pequeño pueblo de esquimales que más tarde supieron que se llamaba Teller, ubicado a 90 kilómetros aproximadamente del sitio previamente designado, Nome.  Uno de los motivos que llevaron a Amundsen a descender allí fue que se habían quedado sin reservas de parches para reparar los continuos desgarros en la cubierta del dirigible.

Norge cabina mando 210x300 SOBRE EL POLO NORTE EN DIRIGIBLELa tripulación llevaba 70 horas de vuelo, y algunos de ellos no habían podido dormir en absoluto.  No pocos veían visiones.  Además de esto, la hora de las comidas tampoco era muy alegre ya que, a pesar de disponer de una cocina, finalmente no la habían montado por lo que tuvieron que contentarse con té y café de los termos (que se enfriaron poco después del despegue).  Amundsen relatará que los sándwiches estaban helados y parecía que mordían madera.  Del mismo modo, los pastelillos de carne eran cristales de hielo, aunque intentaran descongelarlos cogiéndolos con la mano y manteniéndolos en los bolsillos del pantalón.

Tras el aterrizaje se sucedieron las recepciones oficiales por distintas ciudades norteamericanas en el recorrido que hicieron los aclamados exploradores desde la costa oeste hasta Nueva York, desde donde estaba previsto que un barco noruego los llevara de vuelta a casa.  Una anécdota que cuenta Amundsen es que durante el vuelo todos los tripulantes llevaban la misma ropa ya que, por motivos de peso, no podían llevar ropa de repuesto.  Amundsen se molestó y quedó tristemente sorprendido cuando los miembros italianos de la tripulación se presentaron en la primera recepción oficial con uniformes militares completamente limpios.

El colofón de esta aventura fue la constatación de que el primer vuelo de uno a otro continente vía Polo Norte se hizo sin contratiempos graves ni desgracias personales, siendo además la única expedición que goza del honor de haber alcanzado el Polo Norte por aire, siendo verificada esta circunstancia sin dejar lugar a la más mínima duda.  Del mismo modo, Wisting, tras llegar al Polo Norte, se convirtió junto con Amundsen, en la primera persona que había estado en ambos polos.

Para finalizar este relato no puedo dejar de llamar la atención del lector acerca de los caprichos del destino.  En 1928 Nobile decidió emular el viaje del Norge con otro dirigible, el Italia.  Sin embargo, esta vez la suerte no acompañó al recién ascendido general y el dirigible cayó sobre un témpano de hielo cerca de la isla de Carlos XII, en la zona nororiental de las Spitzbergen.  Finn Malmgrem, que repetía de nuevo viaje en calidad de meteorólogo murió a consecuencia de este accidente.  Los mecánicos Caratti, Pomella y Alessandrini también perdieron la vida.

Pero las desgracias no terminaron aquí porque Amundsen también falleció en junio de ese mismo año al accidentarse el hidroavión en que viajaba (se cree que en el Mar de Barents) en el curso de la expedición de rescate de sus antiguos camaradas.

Terminaré con las palabras con que cerró Amundsen el relato de su aventura:

¡Honor y alabanza a Aquel quien todo honor es debido!  Unidos todos en un solo pensamiento demos gracias a Él, que en diversas ocasiones en el transcurso de esta aventura clara y distintamente extendió Su Mano sobre nosotros.  No discutamos quién fue el mejor: ¡Somos tan infinitamente pequeños sin la ayuda de Dios Omnipotente!

Todas las imágenes pertenecen al archivo del Instituto Polar Noruego.

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