Hoy ha dado comienzo la regata más dura, y la que quizás sea la competición deportiva más exigente del mundo. Se trata de la Vendée Globe: la vuelta alrededor del mundo a vela, en solitario, sin escalas y sin asistencia de ningún tipo.
Veinte patrones han tomado la salida esta mañana desde el puerto francés de Les Sables d´Olonne, virando rumbo Sur para atravesar el Océano Atlántico hacia el cabo de Buena Esperanza. La regata realiza la vuelta al mundo de Oeste a Este, tomando como puntos de referencia los cabos de Buena Esperanza, Leeuwin y Hornos, para retornar al mismo puerto de salida.
El primer aspecto importante que tienen que afrontar los participantes es posicionarse debidamente para dirigirse hacia Madeira y las Islas Canarias. Acto seguido deben tomar cuanto antes los alisios rumbo Sur hacia el ecuador.
La zona intertropical se caracteriza por vientos erráticos, violentos chubascos y lluvias a veces torrenciales. Para intentar minimizar en lo posible lo cambiante del clima, los patrones han pasado meses estudiando la travesía: han examinado en profundidad los partes meteorológicos y analizado las cartas de navegación para rodear el anticiclón de Santa Helena antes de virar hacia el Este y coger los vientos portantes que llevarán a los regatistas hacia el Océano Índico.
La travesía por este tempestuoso Océano es una de las más peligrosas del recorrido. Se encuentran un mar con poca visibilidad, olas rompedoras, vientos violentos y una atmósfera húmeda y fría. Deben ser capaces de mantener la ruta más al Sur (que es la más corta), aunque sin llegar a bajar demasiado puesto que entrarían en el límite de los hielos antárticos, verdaderas trampas mortales.
Para llegar al cabo de Hornos se requieren unos 20 días de navegación de media. Una vez pasado el antimeridiano empieza el regreso a casa y es algo que los navegantes acusan mentalmente, puede producirse una cierta relajación aunque siempre tienen presente que hasta latitudes relativamente al Norte existe la posibilidad de encontrar icebergs. De esta forma, se exige un esfuerzo sobrehumano para navegar manteniendo la vigilancia y minimizar el riesgo de colisión: el sueño y el cansancio acumulado han provocado pérdidas de vidas.
Tras rebasar el cabo comienza la remontada de nuevo del Atlántico, de Sur a Norte, poco a poco, grabando en la retina los primeros signos de civilización: el cruce de un carguero, algunos pesqueros más cerca de la costa para, finalmente, divisar los faros costeros que permitirán apuntar al canal de Les Sables d’Olonne y la vuelta a casa…
La regata dura unos tres meses, 90 días en los que cada participante tiene que ser capaz de sobrevivir solo en un medio hostil por naturaleza. Cualquier caída, herida o percance con el barco, por pequeño que pueda parecernos, puede significar el abandono o, en el peor de los casos, una muerte que ha acabado reseñada con estas simples palabras: “desaparecido en el mar”.
Si la regata concluye en la Antartida, yo me apunto.
Muy buena entrada. Cuidada estética la de tu blog.
Menos es más. Un saludo desde el scriptorium.
Iré colocando cosas de esta regata porque es muy interesante… siempre me han llamado la atención los retos por los que la gente se juega la vida y en esta competición se unen todos los factores de riesgo: largas travesías, climatología caprichosa y feroz y la soledad de una persona contra todo. Saludos desde la larga noche