Sigue en directo los últimos pasos de la misión Rosetta
GTC en construcción. (Fuente)
Estamos acostumbrados a ver en distintos medios espectaculares imágenes del universo: galaxias, nebulosas, cúmulos estelares etc. que nos embargan de emoción. El hombre ha mirado al cielo desde que tuvo consciencia de sí mismo y de su lugar en la naturaleza, por lo que no es extraño que sintamos algo especial cuando nos paramos un momento a contemplar esas maravillas. Sin embargo, pocas veces nos detenemos a pensar en la forma en que se han obtenido esas imágenes, al menos a mí me ha pasado hasta ahora.
Hace unos días se presentó el documental que podemos ofrecer en esta ocasión “IP: Investigador Principal”, una verdadera joya escrita y dirigida por Natalia Ruiz Zelmanovich (@bynzelman), que nos acerca este aspecto de la ciencia instrumental aunque desde el punto de vista de las personas que logran que salga adelante, el equipo de ingenieros, científicos y personal técnico que dedican años de su vida a ese fin, un fin cuyo objetivo es obtener datos científicos de primera calidad con los que responder las cuestiones esenciales que aún escapan a nuestra comprensión.
Antes de que empiecen a leer lo que sigue debo pedirles disculpas por lo tendencioso y grosero del título de esta anotación. Sin embargo, como podrán comprobar tras su lectura, es relevante para los fines de lo que pretendo explicar así que les ruego su indulgencia.
Hace unos días varios medios de comunicación publicaron la noticia de que se ha obtenido la prueba del impacto de un cometa sobre la Tierra, así como restos macroscópicos de su núcleo. La noticia en sí ya es importante, pero lo que ha hecho que se multipliquen los comentarios y su impacto en las redes sociales es haberla relacionado con una joya encontrada en la tumba del joven faraón Tutankamón.
La historia en realidad tiene más de siete años y el artículo científico que pretenden dar a conocer los medios trata tangencialmente, siendo generosos, ese artefacto arqueológico.
Empecemos por el reciente descubrimiento
En el número de noviembre de la revista Earth and Planetary Science Letters se publicará un artículo (ya disponible en versión digital) titulado Unique chemistry of a diamond-bearing pebble from the Libyan Desert Glass strewnfield, SW Egypt: Evidence for a shocked comet fragment. Los científicos refieren que han estudiado una pequeña piedra, muy inusual ―que han llamado «Hipatia» en honor de la filósofa nacida en Alejandría― que fue recuperada en una amplia zona desértica del suroeste de Egipto. Allí se produjo un evento de recalentamiento extremo de la superficie que conformó lo que hoy se conoce como el desierto libio de cristal, con una antigüedad estimada de 28,5 millones de años.
La hipótesis para explicar los resultados de los análisis practicados sobre la roca ―donde el carbono es el elemento dominante aunque presenta proporciones heterogéneas de los isótopos de oxígeno y carbono así como de diversos gases nobles― es que nos encontramos ante los restos del núcleo de un cometa que impactó contra el suelo después de incorporar gases de la atmósfera. Su presencia en el desierto libio de cristal sugiere que esta roca pudo haber formado parte de un bólido que se fragmentó en la explosión que creó los cristales.
Como decíamos, el análisis llevado a cabo y la hipótesis planteada por los científicos ―aunque serán necesarios estudios posteriores que confirmen y corroboren los datos obtenidos― son lo suficientemente relevantes en sí mismos como para hacer contraproducente la propaganda egiptológica; sin embargo, se ha convertido en una práctica habitual utilizar titulares impactantes que atraigan lectores a la noticia: el diario ABC titula «El último secreto de Tutankhamón: una joya creada por un cometa», La Razón «El tesoro de Tutankamón evidencia el primer impacto de un cometa contra la Tierra» y Muy Interesante «Hallan evidencias del impacto de un cometa en una piedra del tesoro de Tutankhamon»
Más allá de los defectos en la ortografía, podemos comparar estos titulares con los que aparecieron en el año 2006: Astroseti, haciéndose eco de una noticia publicada en el diario británico The Times, afirmaba «El escarabajo de cristal del rey Tutankamón vino del espacio exterior»; por su parte BBC Mundo titulaba «Tutankamón y la bola de fuego» ¿Encuentran alguna semejanza?
Comencemos diciendo que la panspermia, en términos generales, es la hipótesis que sostiene la posibilidad de que compuestos orgánicos complejos (bacterias, virus, moléculas de ADN o ARN, aminoácidos etc.) viajen a través del espacio (por diferentes medios) y cuya posterior caída en la Tierra (o en cualquier otro planeta) haya dado origen a la vida.
Son numerosos los mecanismos que, a lo largo del tiempo, se han barajado para dar cuenta de la posibilidad de que compuestos orgánicos o microorganismos viajen por el espacio aunque podemos agruparlos en tres principales: viajan integrados en cometas o asteroides, en partículas de polvo aceleradas por la radiación estelar, o en sondas o naves espaciales.
Hemos de señalar que la transferencia de material interplanetario es un hecho científico bien documentado como han puesto de manifiesto los meteoritos de origen marciano o lunar que se han encontrado en la Tierra. Del mismo modo, las sondas espaciales también pueden ser un mecanismo viable de transporte de organismos para la colonización biológica (por este motivo, la NASA cuenta con la Oficina de Protección Planetaria, encargada de dictar las normas de esterilización de los vehículos espaciales que estudian los cuerpos del Sistema Solar potencialmente habitables como nos explica Daniel Marín en su blog Eureka).
Veamos con más detalle los tres principales mecanismos ya expuestos y que nos servirán de hilo conductor para conocer el desarrollo histórico de la hipótesis de panspermia:
Habrá alguien que no sepa quién es Chris Hadfield, pero les prometo que a partir de ahora esto va a cambiar. He sentido la tentación de no publicar esta entrada porque a estas alturas son muy pocos los que no conocen el vídeo que verán a continuación (en YouTube acumula más de catorce millones de reproducciones), pero dado han sido muchos los que me han preguntado y que, en cualquiera de los casos, es una verdadera obra de arte, ahí va.
Les recomiendo dos cosas: primero, suban el volumen y, en segundo lugar, pulsen el botón de visionado en pantalla completa y relájense:
Sencillamente espectacular. ¿No les pone los pelos de punta?
Les remito, para todo aquel que tenga curiosidad por saber más acerca de este carismático astronauta, la grabación del tema y otros detalles, al que para mí es el mejor divulgador científico de temas relacionados con el espacio: Daniel Martín. En su blog Eureka, ha dedicado una entrada interesantísima al ya excomandante de la ISS.
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