Ernest Schakleton, que goza de la fama y honor de haber formado parte del glorioso elenco de exploradores polares, tuvo su primera toma de contacto con la Antártida al ser nombrado tercer oficial de la Expedición Discovery (1901-1904) del capitán Robert Falcon Scott. A pesar de haber tenido que abandonar la expedición de forma prematura por motivos de salud, este no fue sino el primero de muchos viajes por estas frías latitudes.
Tras este intento llegó su segundo viaje a la Antártida en 1907 como líder de la Expedición Nimrod, donde él y sus tres compañeros llegaron a pie al punto más al sur hasta ese momento. Sin embargo, en esta ocasión tampoco alcanzaron su objetivo y finalmente se les adelantó Roald Amundsen.
A pesar de todo, su gloria llegó con la Expedición Imperial Transantártica: el intento de cruzar todo el continente antártico, desembarcando en el mar de Weddell y pasando por el Polo Sur hasta el estrecho de McMurdo. No es mi intención relatar los pormenores de esta aventura, aunque le reservo unas lineas en el futuro porque es fascinante. Lo que me interesa ahora es llamar la atención sobre una anécdota ampliamente difundida y que resulta ser falsa.