Esta mañana he tenido que viajar a Madrid por motivos profesionales y, mientras hacía tiempo para asistir a una reunión en la Plaza de las Cortes, teniendo tan cerca el Paseo del Prado, no he podido evitar dejarme llevar y recorrer tranquilamente esa magnífica avenida. El clima invitaba a ello, la temperatura no ha bajado de 16 oC, y un tenue sol asomaba a intervalos entre las nubes.
Pues bien, me he detenido como en tantas otras ocasiones frente a la escultura de D. Francisco de Goya, pintor y español inmortal, enmarcada en la imponente fachada del Museo del Prado.