Le hasard ne favorise que les esprits préparés
La suerte favorece solo a las mentes preparadas
CITA DE LOUIS PASTEUR
Le hasard ne favorise que les esprits préparés
La suerte favorece solo a las mentes preparadas
Desde que era pequeño he considerado la figura de Albert Einstein como la del genio por antonomasia, ese científico con imagen de loco que revolucionó la física. Pocas veces me paré a pensar que, además de poseer una mente única para resolver los enigmas más recónditos de la realidad, era una persona con unas convicciones y unos valores morales dignos de respeto y admiración.
El tercer elemento en discordia: la epigenética
Los diferentes estudios con gemelos han permitido hacer un descubrimiento esencial para la comprensión del funcionamiento de nuestro ADN: la herencia y el entorno no son las únicas fuerzas en juego que modelan el aspecto, el carácter o la inteligencia del ser humano; debemos tener presente la importancia de un tercer elemento: la epigenética.
Fue el escocés Conrad Waddington quien acuñó el término en 1939 en su obra An introduction to modern genetics donde definió el “epigenotipo” como el conjunto de organizadores y relaciones organizativas a los que un determinado tejido está sujeto durante su desarrollo. Podemos explicar su punto de vista con la analogía de una pelota que cae a través de un valle. La pelota puede seguir varios caminos en su descenso, pero nunca podrá abandonar la dirección que le va marcando la orografía del terreno. Es decir, el desarrollo de un tejido u órgano puede variar según las condiciones genéticas y del entorno, pero sin salirse del “programa” establecido previamente en el genoma. Waddington añadió que el aspecto de un órgano determinado es el producto del genotipo y del epigenotipo que reaccionan con el ambiente externo. En otro artículo publicado en 1942[i] se refiere a la “epigenética” como «la rama de la biología que estudia las interacciones causales entre los genes y sus productos, que dan lugar al fenotipo». Apuntó lo que consideraba una visión ingenua de muchos genetistas de su época en el sentido de que afirmaban que había una correspondencia simple y directa entre los genes y los caracteres. Para él, la dirección del desarrollo biológico estaba determinada por la interacción de muchos genes entre sí, y de estos con el ambiente.
En ocasiones, hasta lo que sin duda es una tragedia puede ofrecer una oportunidad para el avance de la ciencia. La situación nos parecerá hoy en día impensable, pero se han dado numerosos casos en los que dos hermanos gemelos han sido separados nada más nacer y entregados en adopción a familias diferentes. No vamos a entrar en este momento en más detalles, pero incluso al llegar a la edad adulta, muchos de ellos ni siquiera son conscientes de que tienen un hermano o hermana, y la mayoría no se habían visto nunca. El trabajo de Thomas Bouchard ha consistido en estudiar estas parejas de gemelos para desentrañar el origen bien genético, bien ambiental de determinados rasgos del ser humano.
Bouchard es profesor de psicología en la Universidad de Minnesota, y dedica sus esfuerzos a estudiar los gemelos para resolver algunas de las cuestiones más controvertidas, como por ejemplo, las relacionadas con la sociabilidad, enfermedades mentales o el origen de la inteligencia. El principal proyecto de investigación llevado a cabo por el centro que dirige (Centro para la investigación de gemelos y la adopción de Minesota) ha sido el estudio de gemelos criados por separado[i]. El estudio comenzó en 1979, se ha completado en el año 2000 y la evaluación de los datos continúa actualmente.
Para la finalidad de este comentario no será necesario profundizar en exceso en los conceptos genéticos ya que a veces no hacen sino confundirnos; centrar nuestra atención cada vez más en los detalles nos impide en ocasiones ver la imagen de conjunto. En cualquier caso, debemos saber que el ser humano cuenta con 23 cromosomas en cada una de las células del organismo aunque, en realidad, durante la mitosis ―fase de división celular― podemos ver en el núcleo de cada célula un par de cromosomas idénticos unidos por un punto común, llamado centrómero, formando lo que se llama pareja de cromosomas homólogos. Es decir, para cada cromosoma existe otro con rasgos idénticos con el que se une y configura la tan conocida imagen en forma de aspa. Esta unión hace por tanto que el número total de cromosomas en el ser humano sea de 46 (llamado número diploide).
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