If ever a man needed saving from the enthusiasm of his admirers,” Crane begins, “it was Scott.” But although this hefty biography strips away much of the legend and mystique surrounding the polar expeditions of Robert Falcon Scott, it’s still infused with hero worship. In addition to his leadership skills, Crane claims Scott was the only polar explorer to possess significant literary talent, and his writings—especially the final message scrawled as he lay dying in the Antarctic wastelands—”extend our sense of what it is to be human.” The twin centerpieces of Scott’s story are, of course, his two expeditions to Antarctica, both of which are recreated here with meticulous detail. Crane understands, however, that Scott’s accomplishments in the polar region were shaped by his earlier experiences in the Royal Navy; thus the narrative is equally strong in recounting how Scott was able to overcome fierce opposition to his leadership of the first trip and how the rivalry with former crewmate Ernest Shackleton spurred the second. “Personality and character went on playing a decisive role in polar exploration long after it had been relegated to the margins of other history,” Crane writes, and for all the dramatic action, it is Scott the man who most captivates the author—and readers.
The icy deaths of Robert Falcon Scott and his companions on their return from the South Pole in 1912 made them English icons of courage and sacrifice. Soon, however, Scott’s judgments and decisions were questioned, and his reputation became one of inept bungler rather than heroic pioneer. Susan Solomon, senior scientist at the National Oceanic and Atmospheric Administration in Colorado, approaches Scott’s story from a meteorologist’s point of view. She shows that the three weeks from February 27 to March 19, during which the explorers fell further and further behind the daily distances they had to cover in order to survive, were far colder than normal. Unusual blizzards of wet snow had already slowed the party and depleted their provisions and strength. Without these once-in-a-decade phenomena, Solomon believes the party would have returned to its base on the Ross Sea–second after Roald Amundsen in the race to the Pole, but safely. She opens each chapter with comments from a hypothetical modern visitor to Antarctica, presumably to give a wider context to the human drama of the last century, though this reviewer finds them inappropriate. She enriches her narratives of Scott’s two Antarctic expeditions with vintage photographs and tables of meteorological data that highlight the explorers’ achievements. Their determination was pitted against the worst weather in the world. Scott’s story has been told many times before, but its weather information makes The Coldest March a useful addition to the literature.
Este volumen de la HISTORIA UNIVERSAL aporta a la bibliografía histórica española una obra de síntesis, actual, de carácter universal, en la que son presentadas las grandes líneas maestras de la evolución histórica, de acuerdo con las técnicas y métodos actuales de la investigación. No debe confundirse, pues, con un resumen o un manual de texto.
Aunque los fundadores de la Revolución científica fueron un grupo de pensadores sinceramente creyentes, en el siglo XVIII se inició un proceso de alejamiento entre religión y ciencia, interpretado por algunos como un enfrentamiento inevitable en el que aquélla sería superada por el inmenso poder de ésta. Fruto de una exaltación del reduccionismo científico es la honda fractura que sufre la cultura contemporánea entre quienes pretenden rebajar el papel de la razón y quienes aspiran a revivir con exactitud la pureza de los primeros ideales ilustrados. Sin embargo, en contra de un estereotipo muy extendido, muchos científicos siguieron sintiendo la seducción del enigma de Dios, reflexionando sobre él hasta el punto de elaborar sistemas muy personales de creencias, movidos por el asombro que en ellos producían las leyes de la naturaleza.
Este libro analiza las posturas que mantuvieron ante la idea de Dios y la trascendencia un número de grandes científicos como Faraday, Maxwell, Darwin, Einstein, Planck, Monod, Feynman o Hawking, entre otros. Partiendo de sus testimonios, es posible revisar el problema de las relaciones entre ciencia y religión para conciliar dos necesidades acuciantes: mantener a la razón como un elemento imprescindible para conocer el mundo y resolver sus graves problemas, por un lado, y no olvidarse nunca del sujeto en aras de la objetividad, por el otro.
Como co-fundador de la expedición que descubrió Lucy, y como líder de la mayoría de las primeras expediciones de excavación en la Depresión de Afar en Etiopía, Jon Kalb posee años de experiencia en la región, su política, y los científicos que participaron en las excavaciones. Como participante en las llamadas “guerras de los huesos” que acompañaron a estos descubrimientos, Kalb narra la competencia feroz y las puñaladas por la espalda que a menudo forman parte de los medios empleados en la carrera para encontrar los restos fósiles del homínido más antiguo. Teje esta historia en la rica trama de la sociedad etíope y de la política, la difícil situación de los pueblos, y las maniobras internacionales para el control de los hallazgos fósiles.
En este libro, Stephen Jay Gould, se enfrenta al viejo dilema que han tenido que afrontar los intelectuales desde el Renacimiento para proponernos que, en vez de seguir escogiendo entre ciencia y religión, optemos por un punto medio que reconozca la dignidad de ambos mundos. Es decir, que la ciencia defina el mundo natural y la religión, y que ambas puedan cohabitar respetuosamente. Para sustentar su propuesta, el autor se sumerge en la historia de la ciencia y asedia las figuras de científicos y líderes morales que, a lo largo de los tiempos tuvieron que enfrentarse a dilemas de fe y razón. Galileo o Darwin ejemplifican el argumento del autor de que los individuos y las culturas deben cultivar tanto la vida espiritual como una constante interrogación racional para experimentar plenamente las potencialidades de la condición humana.