Reseña – The Art of Transforming Science

Ficha Técnica

Título: The Art of Transforming Science
Autor: José María Gil-Vernet Sedó
Edita: Next Door Publishers, Pamplona, 2015
Encuadernación: Tapa dura
Número de páginas: 168
ISBN: 978-8494443503
Precio: 54,50 € 

 

Obra que incluye más de 100 dibujos de anatomía urológica, realizados entre los años 1940 y 1970 por dibujantes profesionales y estudiantes bajo la supervisión del Dr. Salvador Gil Vernet, uno de los científicos más relevantes en investigación urológica. El contenido de la obra nos conduce, en primer lugar, a través de la vida y labor científica de Salvador Gil Vernet para terminar mostrando la “Colección Salvador Gil Vernet de Dibujos Urológicos”. Su autor, José María Gil-Vernet Sedó, ha conseguido darle a la Colección un asombroso sentido narrativo permitiéndole elaborar el contexto adecuado en el que situar al maestro Salvador Gil Vernet.

RESEÑA

Cuando me preguntaron en la editorial qué me parecía el libro que acababan de publicar les contesté que era una auténtica joya que hay que ver y tocar, así de sencillo. Para el que no lo haya hecho aún, creo que no hay mejor forma de apreciar el inmenso esfuerzo de sacar adelante esta edición que ponerse delante y cogerlo entre las manos. Una vez que abres la portada quedas cautivo.

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Comienza mi colaboración con Next Door Publishers

El objeto de escribir esta anotación es para anunciar que tengo la enorme fortuna de colaborar en el blog de la editorial Next Door Publishers. Para quienes aún no la conozcan, se trata de una editorial “que nace para ofrecer un espacio único a aquellos divulgadores que quieran generar un mensaje científico en el que tanto contenido como continente estén perfectamente orquestados”.

Fruto de esta visión es el primer libro publicado titulado The art of transforming science, una obra que incluye más de 100 dibujos de anatomía urológica, realizados entre los años 1940 y 1970 por dibujantes profesionales y estudiantes bajo la supervisión del Dr. Salvador Gil Vernet, uno de los científicos más relevantes en investigación urológica. El contenido de la obra nos conduce, en primer lugar, a través de la vida y labor científica de Salvador Gil Vernet para terminar mostrando la “Colección Salvador Gil Vernet de Dibujos Urológicos”. Su autor, José María Gil-Vernet Sedó, ha conseguido darle a la Colección un asombroso sentido narrativo permitiéndole elaborar el contexto adecuado en el que situar al maestro Salvador Gil Vernet.

Para mí esta colaboración es una oportunidad excepcional que me tomo muy en serio así que, antes de que sigas leyendo, te pido que sigas mi consejo y te suscribas a su newsletter semanal porque acarrea importantes ventajas y es gratuito.

Y ya sin más preámbulos os dejo con mi primer artículo que se publicó el pasado día 14 de enero:

El arte nos ha hecho ser lo que somos

El ser humano es un animal, aunque hemos de reconocer que se trata de un animal particular. Cuando Carl von Linné publicó la décima edición de su Sistema Natural (1758-1759) rompió una tradición largamente asentada al clasificar al hombre dentro del reino animal junto a otros primates. Defendía que no había nada más cercano a nosotros que las razas de monos, a pesar de lo cual empleó como nombre específico para referirse al ser humano la palabra sapiens (sabio en latín), llamando la atención sobre una diferencia importante con nuestros parientes: poseemos la capacidad –hasta ahora única­– de pensar, razonar y hablar. De hecho, los paleoantropólogos consideran que uno de los caracteres definitorios de nuestra especie es nuestra capacidad simbólica y artística (que incluye el uso del lenguaje).


Elegimos nuevo libro para las #TertuliasCiencia

Hay algo que echo en falta y es que estamos a mediados de enero y todavía no ha comenzado la cuarta edición de las Tertulias literarias de ciencia. Pero todo tiene una explicación, y además, esa explicación está perfectamente justificada.

Si eres lector habitual de este blog sabrás que todos los años participo en estas tertulias (aquí hablé de la primera edición, de la segunda y de la tercera) donde unos cuantos locos amantes de la ciencia, la literatura y los libros, con muchas ganas de aprender y compartir experiencias, nos juntamos todas las semanas para resumir y comentar un capítulo de un libro de divulgación científica.

Pues bien, como decía, este año aún no hemos comenzado porque la organización ha decidido que el libro que leamos este año lo escojamos entre todos los amigos de estas tertulias después de votar las propuestas que se vayan planteando. Así que ahí van mis dos propuestas:

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Pseudoarqueología no, falsa arqueología (y II)

Esta anotación es la segunda y última parte de la versión escrita —y extendida— de la charla sobre ciencia, arqueología y pensamiento crítico que dí el pasado viernes dentro del segundo ciclo de charlas Hablando de Ciencia en Málaga.

(Puedes ver las diapositivas originales aquí)

Los constructores de montículos

Bajo el apelativo de cultura de los montículos o constructores de montículos (Mound builders en inglés) se engloban una serie de grupos étnicos, habitantes prehistóricos de América del Norte, que se caracterizaron por levantar enormes estructuras artificiales de tierra, con formas, tamaños y fines muy diversos (podemos destacar el uso ceremonial, residencial o de enterramiento). En ellos se han hallado gran cantidad de objetos ornamentales, herramientas y restos humanos.

Durante los siglos XVIII y XIX, al tiempo que se producía la expansión de la frontera de los Estados Unidos hacia la costa del océano Pacífico, los colonos se fueron topando con una cantidad cada vez mayor de estas estructuras, dando pie a numerosas teorías acerca de quienes habitaron esos lugares y cómo podían haber levantado esas impresionantes construcciones. Sin embargo, en algo se pusieron de acuerdo casi de inmediato: no podían ser obra de los nativos americanos —a pesar de que llevaban viviendo en aquellas tierras mucho tiempo antes de que ningún europeo soñara siquiera con llegar hasta allí—.

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Pseudoarqueología no, falsa arqueología (I)

Esta anotación es la versión escrita —y extendida— de la charla sobre ciencia, arqueología y pensamiento crítico que dí el pasado viernes dentro del segundo ciclo de charlas Hablando de Ciencia en Málaga.

(Puedes ver las diapositivas originales aquí)

¿Qué es la arqueología?

Aunque pueda parecernos raro, si preguntamos a un buen número personas qué hace un arqueólogo, todavía hay muchos que responden —casi sin dudar— con el ejemplo de Indiana Jones: un arqueólogo es un aventurero que busca templos ocultos en la selva y desentierra objetos de valor para exponerlos en un museo. Y aunque lo cierto es que Indiana Jones no era más que un caza tesoros, no hace mucho tiempo los arqueólogos actuaban exactamente de esa forma: el destino de gran parte de sus recursos y, por tanto, la dirección de sus investigaciones, estaban determinados por la demanda de los museos que necesitaban objetos para realizar exposiciones que atrajesen el interés del público.

Sin embargo, la arqueología moderna no tiene como objetivo desenterrar objetos para que acaben expuestos en una vitrina. Intenta reconstruir del modo más completo posible el comportamiento del hombre, las bases de su economía y su vida individual y social. De esta forma, la arqueología podría definirse como el método que estudia las diferentes culturas del pasado y su evolución mediante el análisis de los vestigios materiales que han dejado tras de sí.

Por este motivo se ha llegado a comparar la arqueología con el trabajo de un detective: trata de reconstruir las actividades de nuestros antepasados a partir de las huellas que dejaron, restos que tenemos que ser capaces de encontrar y analizar.

La mayoría de las evidencias que encontramos en los yacimientos son de tipo circunstancial, es decir, se trata de rastros incompletos y en demasiadas ocasiones, muy fragmentarios. Pero recurriendo a las ciencias naturales podemos obtener una información mucho más completa. Es decir, lo que el arqueólogo pueda aprender sobre el pasado dependerá en gran medida de la forma en que utilice los recursos que ponen a su disposición otras disciplinas científicas (como, por ejemplo, los análisis de ADN antiguo, estudios químicos de los suelos, polen y restos de fauna y flora etc.).

En definitiva, los arqueólogos modernos hacen gala del espíritu inquisitivo de la ciencia: ya no excavan solo para acumular datos, sino para resolver problemas. No se esfuerzan en excavar en monumentos solo porque sean visibles o llamativos, sino que tratan de recuperar las pruebas que necesitan para comprender mejor las sociedades del pasado, en cualquier sitio donde puedan encontrarse.

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