Cuando hablamos de sacrificios humanos, seguro que les viene a la mente la imagen de un sacerdote maya o azteca sosteniendo en sus manos el corazón aún palpitante de un pobre muchacho. No en balde, Octavio Paz, en su ensayo titulado “Voluntad de forma” ya nos advertía que “[…] el fundamento de la religión mesoamericana, su mito fundador y el eje de sus cosmogonías y de su ética, era el sacrificio: los dioses se sacrificaban para salvar al mundo y los hombres pagan con su vida el sacrificio divino”.
Códice Tudela. CC
Sin embargo, podemos encontrar pruebas de sacrificios humanos en muchos otros lugares. Han quedado huellas en el registro arqueológico de las primeras civilizaciones, en los registros etnográficos de las culturas indígenas de todo el mundo, así como en los textos sagrados de gran parte de las religiones contemporáneas.