El mapa de Vinlandia (y III)

Conclusiones y otras suposiciones

Con lo dicho hasta ahora, creo que la mayoría estará de acuerdo en que las pruebas científicas apuntan de forma clara y contundente —pese a algunas reticencias recalcitrantes— a que el mapa de Vinlandia es un dibujo realizado en el siglo XX sobre un pergamino del siglo XV. Por lo tanto, se trata de una mera falsificación.

Por mi parte, tras haber leído casi todo lo que se ha escrito sobre este tema apasionante, creo que también hay argumentos históricos suficientes que confirman, sino de forma fehaciente, sí al menos de forma indiciaria, que el mapa efectivamente nunca formó parte de un mismo volumen con la Relación tártara y el Speculum historiale, sino que se dibujó ex profeso. Llegados a este punto, la cuestión que deberíamos responder es la de la autoría, es decir, tratar de determinar quién o quienes llevaron a cabo esa falsificación y con qué motivos.

Como muchos investigadores han apuntado a lo largo de los años, esa persona (o grupo de personas) debía ser un excelente medievalista, documentalista y cartógrafo, para poder crear un mapa con la suficiente calidad como para que, a simple vista, muchos expertos no fueran capaces de distinguirlo de un original (a pesar de que presenta varios errores que otros sí supieron ver casi de inmediato, como ya hemos explicado).

Mapa de Skálholt. Descripción de Groenlandia y Vinlandia (1570) Cortesía de The Royal Library (Det Kongelige Bibliotek), The National Library (Nationalbibliotek) y Copenhagen University Library (Københavns Universitetsbibliotek). Noruega.

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El mapa de Vinlandia (II)

Análisis, contranálisis y otras controversias

Antes de exponer el trabajo desarrollado por el laboratorio de McCrone, es conveniente que nos detengamos un momento en los resultados de los análisis realizados por los especialistas del Museo Británico en 1967.

Arthur David Baynes-Cope, químico que trabajaba para la institución londinense, los hizo públicos en 1974 en una reunión monográfica en la que varios especialistas internacionales, junto con los autores de la monografía, expusieron sus puntos de vista(1). Baynes-Cope mencionó que, en lo tocante a la apariencia visual del mapa, el dibujo estaba muy descolorido y el pergamino tenía un aspecto “difuminado”, síntomas que apuntaban a un tratamiento químico para eliminar, posiblemente, rastros de una escritura anterior. Por otro lado, los famosos agujeros causados por los gusanos, que fueron uno de los aspectos determinantes que Skelton, Marston y Painter utilizaron para confirmar la autenticidad del conjunto documental, se habían cubierto burdamente colocando parches en la parte posterior del pergamino. Este tipo de intervención no era una práctica normal de restauración y, en cualquier caso, se comprobó que no se había actuado de la misma forma en los agujeros que presentaba tanto la Relación tártara como el Speculum historiale que, en cambio, permanecían a la vista.

Pero el tema se volvía más interesante cuando se examinaba el mapa bajo 10 aumentos (una técnica de lo más sencilla y accesible). El experto del Museo británico comprobó que tenía una estructura peculiar diferente tanto de la que presentaban los dos manuscritos que acompañaban al mapa, como de la utilizada en otros manuscritos del mismo periodo. La tinta del mapa no era de tipo ferrogálica (según se comprobó tras analizar las fotografías de infrarrojos) y, desde luego, no tenía la apariencia característica de una tinta ferrogálica desvanecida —oxidada— por el paso del tiempo. La confirmación vino tras colocar el mapa y los otros manuscritos bajo luz ultravioleta: los compuestos de hierro apagan la fluorescencia inducida por la luz ultravioleta y por esta razón, la tinta ferrogálica, de color marrón amarillento a la luz del día, aparece negra sobre un fondo fluorescente azulado. Las tintas utilizadas tanto en la Relación tártara como en el Speculum historiale mostraron este fenómeno, mientras que la tinta utilizada en el mapa no.

Los especialistas concluyeron que la hoja de pergamino era de la misma fecha que el papel de la Relación tártara. Igual de contundentes fueron al constatar que el pergamino había recibido un tratamiento químico de una naturaleza bastante agresiva, y que ninguna otra hoja del manuscrito había recibido el mismo trato. La puntilla vino al concluir que la tinta era diferente a cualquier otra tinta con la que se hubieran encontrado los investigadores en otros documentos medievales auténticos.

Todas estas cuestiones ensombrecían la autenticidad del mapa, con independencia de cualquier interpretación cartográfica o lo que pudieran apuntar las referencias bibliográficas. Era evidente que sólo un análisis químico en profundidad podía despejar cualquier atisbo de duda, ¿o no?. Los propietarios de la Universidad de Yale llegaron a esa conclusión y así tuvo lugar la intervención del laboratorio de Walter McCrone.

En el laboratorio de este reputado químico norteamericano se empleó microscopía por luz polarizada y difracción de rayos X para realizar un análisis detallado del mapa, tomando muestras de tinta en 29 lugares distintos(2). Los resultados revelaron que la línea de tinta, tanto la empleada al trazar el contorno del mapa como las leyendas, estaba compuesta de una línea base de color marrón amarillento relativamente gruesa cubierta escasamente con brillantes escamas negras. Esta imagen incitaba a pensar que hubo una segunda aplicación de tinta ya que la formación de escamas en más del 90 por ciento del recubrimiento negro y la consiguiente exposición de la línea de color marrón amarillento hacían que el conjunto diera la impresión de una tinta descolorida —oxidada—.

Los pigmentos de la tinta fueron identificados (gracias a la difracción de rayos X) como dióxido de titanio en forma de anatasa (TiO2) con carbonato de calcio en menor cantidad(3). Los cristales de anatasa tenían un tamaño uniformemente pequeño de 0,15 micras de media. McCrone indicó que aunque se podía encontrar anatasa en forma natural (algo bastante raro de por sí) casi siempre estaba asociada con hierro y manganeso. En cualquier caso, los restos hallados podían distinguirse de la anatasa natural por su forma redondeada y su uniformidad de tamaño. La anatasa del mapa de Vinlandia era un producto refinado, casi químicamente puro.

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Notas:

  1. Baynes-Cope, A. D. (1974), “The scientific examination of the Vinland Map at the Research Laboratory of the British Museum”. Geographical Journal, vol. 140, núm. 2, p. 208-211. []
  2. McCrone, W. C. (1976), “Authenticity of medieval document tested by small particle analysis”. Analytical Chemistry, vol. 48, núm. 8, p. 676A-679A. []
  3. El dióxido de titanio es el óxido natural del titanio, con formula química TiO2. Entre los pigmentos actuales aparece referenciado como pigmento blanco número 6 o  C.I. 77891, y con el numero CAS #13463-67-7. Es el pigmento blanco más utilizado debido a su brillo e índice de refracción alto. Se emplea en pinturas, recubrimientos plásticos, papeles, tintas, alimentos, medicinas así como en la mayoría de las cremas dentales. []