La caída o decadencia del Imperio romano (II)

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En la anterior entrada, habíamos dejado nuestro repaso de la caída del Imperio romano con las reformas fiscales de Diocleciano, que habían motivado la huida de numerosos ciudadanos para evitar el pago de impuestos.

Genserico saquea Roma en el 455 La caída o decadencia del Imperio romano (II)

Genserico saquea Roma en el 455 vía Wikimedia Commons

Tras la muerte de Diocleciano asumió el poder Flavio Valerio Constantino, hijo bastardo de Constancio Cloro, el César nombrado por Maximiano.  Galerio, el otro Augusto, veía cada vez con mayor aprensión el poder que acumulaba Maximiano por lo que decidió que Constantino debía residir como oficial militar en su cuartel general, pensando de esta forma tenerlo cerca y controlarlo.  Sin embargo Constantino, quizás consciente del peligro que entrañaba acatar ese deseo, decide desobedecer y opta por reunirse con su padre en Bretaña, llegando justo a tiempo para su fallecimiento.  Las tropas de la isla aclaman a Constantino como Augusto aunque él prefiere adoptar el título de César.

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La muerte de Sócrates

 

Presenta denuncia bajo juramento Meleto, hijo de Meleto, del demo de Pitto, acusando a Sócrates, hijo de Sofronisco, del demo de Alópece: Sócrates comete el delito de no reconocer a los dioses en que cree la ciudad, e introduce nuevas divinidades. También delinque corrompiendo a los jóvenes. Pena solicitada: la muerte.

Este es el texto de la acusación con la que, en el año 399 a.C. el filósofo Sócrates, ya septuagenario, fue llevado a juicio en Atenas, acusado por sus enemigos de un grave delito: impiedad.  El propósito último de la acusación era claro, querían silenciar para siempre a un ciudadano demasiado molesto por sus críticas a las tradiciones y al que muchos identificaban como un sofista más, es decir, como uno de aquellos falsos sabios que habían introducido el desapego a la religión así como ideas perturbadoras entre la juventud.


49 watermark 640x480 jacques louis david la mort de socrate 0 La muerte de Sócrates

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La caída o decadencia del Imperio romano (I)

Publicado previamente en terrae antiqvae 300x99 La caída o decadencia del Imperio romano (I)

Este concepto historiográfico, el de la caída o decadencia del Imperio romano, ha sido y es en la actualidad objeto de múltiples interpretaciones por parte de los historiadores.  Se trata además de un tema recurrente ya que se ha querido ver en sus causas un reflejo de las crisis económicas, sociales y políticas que vivimos en la actualidad.

Tradicionalmente, se ha considerado el proceso desde dos puntos de vista: como una larga transformación debida a fenómenos endógenos (la “decadencia”); o un derrumbamiento repentino por causas fundamentalmente exógenas (la “caída”).  En concreto, los términos “decadencia” y caída” nos traen a la memoria la obra maestra del historiador inglés Edward Gibbon (The history of the decline and fall of the Roman Empire – Historia de la decadencia y caída del Imperio romano), quien renovó la ciencia historiográfica gracias a su análisis del período tardo-romano, asumiendo una postura a medio camino entre las causas endógenas y las exógenas.  Este trabajo continua vigente en muchas de sus conclusiones y es de lectura obligada para quien quiere profundizar en este tema.

Museo Baalbek Libano La caída o decadencia del Imperio romano (I)

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La ciencia es cultura

 La ciencia es cultura

La ciencia es cultura.  Esta frase puede parecer trivial por evidente, pero encierra un significado más trascendente que voy a intentar exponer en este post.  La ciencia es cultura.  Cierto, y la cultura no puede entenderse sin la ciencia, ese conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales según la definición de la RAE.

Una sociedad como la nuestra no puede concebirse sin las explicaciones acerca de la naturaleza, los avances técnicos y el bienestar social que lleva aparejada la ciencia moderna; del mismo modo, la ciencia no puede entenderse fuera del contexto social en que se desarrolla.

Todos conocemos en mayor o menor medida cómo surgió la ciencia o más bien cómo nos lo han explicado.  La tradición judía, aceptada tanto por el cristianismo como por el islamismo, de un dios creador separado del mundo que crea se inicia con el relato del Génesis bíblico.  En él se pone de manifiesto la trascendencia de Dios, un Dios que no se identifica con el mundo que crea libremente: “en el principio Dios creó el cielo y la tierra”.  Se viene a decir que Dios existía ya antes de la creación del mundo permitiendo de esta forma su secularización; un mundo que ahora puede ser observado y estudiado en sí mismo dejando a un lado la confusión entre mundo y divinidad.  Así, la desmitificación del mundo es un paso previo y necesario para que pueda ser estudiado racionalmente como ya hicieron, con anterioridad a esta tradición hebrea, los filósofos griegos quienes, ya desde el siglo VI a.C., se embarcaron en la tarea de explicar el mundo desde la razón, sentando las bases de la explicación científica de la realidad.

Sin embargo, para entender en sus justos términos la imbricación entre ciencia y cultura debemos retrotraernos un poco más en el tiempo, alrededor de cinco mil años, y desplazarnos hasta las llanuras fértiles de los ríos Tigris y Éufrates.  En esta tierra dura, seca y compleja nace la primera manifestación de la ciencia, la desarrollada por los mesopotámicos.


9 watermark 480x400 mesopotamia basico La ciencia es cultura

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¿DESVELADO POR FIN EL SECRETO DE TUTANKHAMON?

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El 17 de febrero se publicó en el Journal of the American Medical Association (JAMA) un artículo que ha provocado muy diversas reacciones.  Encabezado por el Dr. Zahi Hawass, Secretario General del Consejo Superior de Antigüedades de Egipto, han participado en el estudio 17 personas (entre colaboradores y científicos de diversos campos) que han puesto su empeño en resolver uno de los misterios que más ha llamado la atención del público en general: desvelar la causa de la muerte de Tutankhamón.  Aunque no era éste el único objetivo del estudio, ha sido el que más titulares ha provocado, así como el centro de diversas críticas provenientes tanto de la comunidad científica, como de otros estudiosos y de algunos medios de comunicación (parte importante de esta reacción ha tenido que ver con la personalidad del propio Dr. Hawass y su desmesurado interés por mediatizar todos los descubrimientos).

Howard Carter y el sarcófago ¿DESVELADO POR FIN EL SECRETO DE TUTANKHAMON?Faraón de Egipto durante el Imperio Nuevo (periodo de tiempo comprendido entre los años 1550 y 1295 a.C. aproximadamente) el rey Tutankhamón cobró relevancia mundial por el descubrimiento de su tumba, hallada relativamente intacta, por Howard Carter en 1922.  La tumba se identifica con las siglas KV62, que significa la tumba 62 del Valle de los Reyes (King Valley).  Poco se conoce acerca de su reinado, salvo que murió relativamente joven, a los 19 años, tras nueve o diez años en el trono (la cronología convencional de la dinastía XVIII establece que reinó entre los años 1345 y 1335 a.C.).

Tiempo después de su fabuloso descubrimiento, Howard Carter escribió un libro titulado “La tumba de Tutankhamón” en el que realizó el siguiente comentario acerca de lo que se conocía de su biografía:

Sabemos que nació, reinó y fue enterrado en el Valle de los Reyes.

Siguiendo a Kuhrt (2000), podemos exponer de forma aproximada la sucesión de los acontecimientos de este periodo: a Amenofis III (1403-1364) le sucedió su hijo, Amenofis IV (1364-1347) quien cambió su nombre por el de Akhenatón en un momento dado (cambio relacionado con lo que ha venido en denominarse la “herejía de Amarna” al suprimir el culto al dios Amón, y sustituirlo por el de Atón).  Se casó con Nefertiti, con la que tuvo por lo menos seis hijas.  Según parece, al morir Nefertiti poco después del decimocuarto año de su reinado, contrajo matrimonio con una de sus hijas.  Tras el fallecimiento de Akhenatón lo sucedió Tutankhatón (posiblemente un hermano), que cambió su nombre por el de Tutankhamón y reinó durante unos nueve años (1345-1335); se casó con una de las hijas de Akhenatón, Ankhes-en-pa-atón, quien también cambió su nombre por el de Ankhes-en-amón.

Aunque en la actualidad se ha avanzado algo más en el conocimiento de los detalles de su vida, es cierto que aún siendo el faraón del que más páginas se han escrito, son muy fragmentarios y todavía inciertos algunos de sus aspectos biográficos, lo que es comprensible, teniendo en cuenta el momento turbulento de la historia de Egipto en el que le tocó vivir y reinar.

Los objetivos del estudio titulado “Ancestry and pathology in King Tutankhamun´s family” son avanzar en la egiptología molecular y médica, con la intención de determinar las posibles relaciones familiares entre 11 momias reales del periodo estudiado (Imperio Nuevo), así como buscar rasgos patológicos que puedan determinar la causa de la muerte, consanguinidad, enfermedades hereditarias y enfermedades infecciosas del linaje real.  Para lograrlo, se han escaneado mediante un tomógrafo (instalado en un camión) todas las momias, así como se han llevado a cabo estudios de ADN analizando muestras tomadas de los huesos.

Los resultados del análisis genético han determinado que los bisabuelos de Tutankhamón son Yuya (KV46) y Tuya (KV46), sus abuelos Amenhotep (Amenofis) III y Tiy (KV35EL), mientras que sus padres serían Akhenatón (KV55) y la momia denominada KV35YL (que aún no ha sido identificada con certeza).

Hasta ahora se habían planteado varias hipótesis acerca de los posibles progenitores de Tutankhamón.  La que agrupaba más consenso entre los estudiosos era la que consideraba a Akhenatón y Kiya como sus padres, aunque algunos autores, como Amélie Khurt, se han decantado por Amenofis III, siendo su madre una concubina de su harén (por lo tanto, Tutankhamón sería hermano –hermano de padre- de Akhenatón).  Esta posibilidad está apoyada por numerosas inscripciones halladas en diversos templos y otros lugares.  Sin embargo, dado el largo periodo de reinado de Akhenatón (17 años) y que Tutankhamón fue coronado cuando tenía alrededor de 9 años, solo sería posible si Amenofis III hubiera compartido el trono con Akhenatón durante al menos 12 años, hecho que está completamente descartado.  En definitiva, lo que la comunidad científica podía afirmar era que no existía una teoría que pudiera considerarse científicamente histórica puesto que no había datos suficientes que permitieran establecer claramente la genealogía de Tutankhamón.

Una posibilidad de superar este obstáculo se presentó en 1996 cuando el egiptólogo Alain Zivie descubrió en Saqqara la tumba de Maia, la nodriza de Tutankhamón.  El arqueólogo pensó que por fin podría desvelar el misterio de la ascendencia del joven faraón con un estudio en profundidad de la tumba, sus frescos e inscripciones, pero sufrió una gran decepción ya que los nombres de los padres de Tutankhamón no aparecieron.  De nuevo se hurtaba la posibilidad de desvelar este misterio.

Por lo tanto, ha sido necesario realizar un estudio genético completo a numerosas momias reales, convenientemente autorizado por el Consejo Superior de Antigüedades de Egipto, para intentar hallar una solución a la cuestión y poder así salir de dudas, ¿o es que aún quedan algunos interrogantes al respecto?.

Linaje real ¿DESVELADO POR FIN EL SECRETO DE TUTANKHAMON?Hemos de tener en cuenta que los análisis genéticos de este tipo (que deben realizarse a partir de muestras muy antiguas, y en ocasiones muy deterioradas por el propio proceso de momificación) no siempre ofrecen resultados concluyentes.  Sin embargo, el estudio confirma que la momia identificada como KV55 es el padre de Tutankhamón con una probabilidad del 99,99999981%, mientras que la momia KV55YL (younger lady) es la madre con una probabilidad del 99,99999997%.  Queda totalmente descartado que Amenofis III fuera el padre de Tutankhamón, mientras que sí lo es de la momia KV55 con una probabilidad del 99,99999999%.  Por lo tanto, los análisis confirman que Amenofis III es el padre de la momia KV55, y que ésta es, a su vez, el padre de Tutankhamón.

Pero, ¿cómo se ha identificado la momia encontrada en la tumba KV55 con Akhenatón?.  Los análisis antropológicos han establecido que esta momia no vivió los 20 años que se pensaba hasta ahora, sino que tenía entre 35 y 45 años cuando murió.  Este hecho, unido a la prueba de que Amenofis III y la reina Tiy son los padres de la momia KV55, junto con otros datos arqueológicos, llevan a los autores a afirmar que la momia de la tumba KV55 es casi con total seguridad Akhenatón.

Bien, tras lograr identificar al padre del joven faraón, queda por tanto determinar quién es la momia denominada KV55YL, que con seguridad es la madre de Tutankhamón.

A este respecto se puede negar con rotundidad que Nefertiti fuera la madre de Tutankhamón.  Según los resultados del estudio genético, la momia KV55YL era hermana de Akhenatón (hija de Amenofis III y de Tiy) por lo que se descarta su identificación con Nefertiti o Kiya, ya que no hay constancia alguna de que éstas fueran hijas de Amenofis III.  Así, Tutankhamón tuvo que ser el descendiente de una de las cinco hijas de Amenofis III y deja por tanto como candidatas más probables a ocupar el puesto a Nebetiah o Beketatón, ambas por tanto hermanas de Akhenatón.  Dado que faltan más datos que apoyen esta afirmación, el estudio únicamente deja abierta esta posibilidad y pone un interrogante sobre la momia KV55YL, que permanece por tanto sin identificar de forma concluyente.

Hasta aquí la parte del trabajo destinada a establecer el linaje real de Tutankhamón.  Sin embargo, hay otros aspectos que han sido tratados en el estudio y que, como ya hemos señalado, tienen que ver con las enfermedades que padeció y con la posible causa de su muerte.

Se descarta que falleciera asesinado.  En su lugar, se ha podido establecer que no podía caminar debido a una enfermedad necrótica de los huesos (enfermedad de Köhler) que le obligaba a usar bastones (se encontraron más de 130 en su tumba).  Del mismo modo, se afirma que padeció malaria, aunque estos datos no son concluyentes.

De hecho, un artículo publicado en la revista Nature en el que se incluyen aportaciones de numerosos investigadores, cuestiona las conclusiones médicas del estudio acerca de las enfermedades que sufrió Tutankhamón y que le pudieron causar la muerte.  No se sugiere que el grupo exagerara o malinterpretara los datos, sino que las afirmaciones del estudio acerca de la causa de la muerte del faraón son especulativas.

Evaluar las enfermedades de las momias antiguas es una tarea muy difícil dados los efectos producidos por el proceso de embalsamamiento y el mero transcurso del tiempo, así como por el hecho de que la mayoría de los órganos internos no han podido ser analizados.  Por lo tanto, concluyen, las afirmaciones acerca del linaje genético de las momias reales son mucho más convincentes que la determinación de las posibles causas de la muerte de Tutankhamón que se sugieren.

En definitiva, podemos congratularnos de que se comiencen a realizar estudios de este tipo en los que se empleen los medios y las tecnologías más modernas para aportar más datos con los que contrastar los descubrimientos arqueológicos realizados sobre el terreno.

Bibliografía:

Hawass, Z. (2010). Ancestry and Pathology in King Tutankhamun’s Family JAMA: The Journal of the American Medical Association, 303 (7) DOI: 10.1001/jama.2010.121

KUHRT, A. 2000. El Oriente Próximo en la Antigüedad (c. 3000-330 a. C.). 1ª ed. Barcelona: Editorial Crítica. 2 vols. 493 p. ; 416 p.

TYLDESLEY, J. 2006. Los descubridores del antiguo Egipto. 1ª ed. Barcelona: Destino. 293 p., [28] p. de lám.