ALBERT EINSTEIN


 

Desde que era pequeño he considerado la figura de Albert Einstein como la del genio por antonomasia, ese científico con imagen de loco que revolucionó la física.  Pocas veces me paré a pensar que, además de poseer una mente única para resolver los enigmas más recónditos de la realidad, era una persona con unas convicciones y unos valores morales dignos de respeto y admiración.

Sin embargo, con el paso del tiempo y el consiguiente incremento de mi bagaje intelectual, he llegado a saber que bajo ese portentoso intelectual había un no menos relevante ser humano, profundamente religioso, político, y gran filósofo.

En el video que encabeza este artículo, vemos a un Einstein entrado en años -ya llevaba tiempo residiendo en Estados Unidos- donde pronuncia las siguientes palabras:

Ahora voy a añadir unas palabras improvisadas [risas] Un país se convierte realmente en un alma sólo cuando conscientemente se pone al servicio de la vida intelectual, y en el caso de nuestro pueblo judío, ha sido realmente este esfuerzo el que lo ha mantenido unido.  No existiríamos hoy en día, como una comunidad de personas, sin esta actividad continuada o suspendida …ehh… en el aprendizaje y en el pensamiento y en la literatura.

Muchos años antes de la toma de estas imágenes, y con ocasión de la publicación de un artículo del profesor Willy Hellpach en el periódico alemán Vossische Zeitung (hablamos del año 1929), Einstein se vio en la necesidad de contestar sus opiniones en su condición de firme defensor de la idea sionista:

328px Vossische 1932 0108 205x300 ALBERT EINSTEINHe visto judíos dignos caricaturizados con bajeza y esto ha hecho sangrar mi corazón.  He visto que las escuelas, las revistas satíricas y muchas otras fuerzas que responden a la mayoría gentil minan la confianza de los mejores de mis hermanos de sangre y he pensado que no se puede permitir que ello continue.  He comprendido también que sólo una empresa común, querida de todos los judíos del mundo, podría devolver la salud a este pueblo.  Herzl ha hecho algo muy importante al comprender y proclamar con fuerza que, dada la tradicional actitud de los judíos, establecer un hogar nacional o, con más exactitud, un centro en Palestina es un objetivo digno de que en él se concentren todos nuestros esfuerzos.  Usted llama a esto nacionalismo y no sin cierta razón.  Pero una finalidad común sin la cual no podemos vivir ni morir en este mundo hostil siempre podrá ser denominada con ese feo nombre.  De todas maneras, se trata de un nacionalismo cuyo fin no es el poder, sino la dignidad y la salud moral.  Si no tuviéramos que vivir entre personas intolerantes, mezquinas y violentas, yo sería el primero en rechazar todo nacionalismo en favor de una comunidad universal.

Debemos tener presente el contexto histórico y político en el que escribió estas lineas; en un país, Alemania, que comenzaba a ver las primeras actitudes antisemitas que más tarde desembocarían en el advenimiento del nacionalsocialismo de Hitler y sus secuaces y con él, la sumisión de Europa y el mundo en la peor de las guerras que se haya conocido.

En próximas entradas iré desgranando algunos de estos aspectos personales del científico en temas que van desde la religión, la existencia de Dios o la libertad, pasando por la educación y el pacifismo.


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