SEIS AÑOS (TERRESTRES) DE EXPLORACIÓN MARCIANA







El robot explorador de la NASA Spirit (la denominación oficial es MER-A, Mars Exploration Rover-A) lleva seis años terrestres (3,2 años marcianos) sobre la superficie de Marte.  El tiempo inicial calculado para el desempeño de su misión estaba establecido en 90 días marcianos (el día solar marciano (sol en inglés) es el período de tiempo comprendido entre dos pasos consecutivos del Sol por un meridiano de Marte, y dura 24 horas 39 minutos 35,244 segundos), por lo que la misión no puede calificarse más que de un completo éxito a pesar de los numerosos problemas que ha tenido que afrontar el equipo de científicos que dirige el proyecto. El balance positivo de la misión no viene dado únicamente por su extraordinaria duración, sino por la ingente cantidad de imágenes de alta resolución que nos ha enviado y, más importante aún, por los descubrimientos que ha realizado.
El Spirit forma parte de un equipo de dos exploradores. Junto a él, el explorador llamado Opportunity (su denominación oficial es MER-B, Mars Exploration Rover-B) conforman el Programa de Exploración de Marte (Mars Exploration Program) de la agencia espacial estadounidense (NASA en inglés). El Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA (JPL), una división del Instituto Tecnológico de California, dirige este proyecto.
El despegue tuvo lugar el 10 de junio de 2003 desde Cabo Cañaveral, Florida, sobre un cohete Boeing Delta II, aterrizando en el cráter Gusev el 4 de enero de 2004 (UTC-tiempo universal coordinado). Durante la fase de descenso, se abrió un paracaídas cuyo objetivo era desacelerar el vehículo de aterrizaje, aunque debido a que la densidad atmosférica de Marte es menor a 1% de la de la Tierra, el paracaídas por sí sólo no puede llevar a cabo esta tarea para garantizar una velocidad de aterrizaje segura, por lo que el descenso fue ayudado por cohetes mediante el sistema RAD (descenso ayudado por cohetes (rocket assisted descent).  Aproximadamente 15 metros antes de tocar la superficie, se inflaron unas bolsas de aire (al estilo de los airbags empleados en los coches) para amortiguar el aterrizaje preveindo que éste se podía producir sobre piedras o terreno accidentado, permitiendo de esta forma que el vehículo rebotase sobre la superficie de Marte a velocidades moderadas. Una vez en tierra, el vehículo de aterrizaje (su “concha” protectora) se abrió para dejar libre el explorador. El equipo de científicos encargado de la misión bautizó el sitio del aterrizaje como Columbia Memorial Station, en honor a los siete astronautas que fallecieron en el transbordador espacial Columbia.
El explorador tenía como misión principal analizar y clasificar la mayor cantidad de rocas y suelos para intentar responder a la pregunta de si hubo agua en Marte en algún momento de su historia geológica, permitiendo comprender la forma en la que la actividad del agua había actuado sobre el medioambiente marciano.  A pesar de que en la actualidad no existe agua líquida sobre la superficie del planeta, el registro de la actividad pasada del agua se puede encontrar en las rocas, minerales, y accidentes geográficos que los científicos piensan que sólo pudieron formarse en presencia de agua en estado líquido.  Aquí es donde entran en acción los instrumentos científicos del explorador:
  • Cámara Panorámica (Pancam).
  • Espectrómetro en miniatura de emisión térmica (Mini-TES): se emplea para identificar los lugares que merecen ser examinados de forma más detallada, y tiene la capacidad de diferenciar los tipos de rocas y suelos del entorno. Del mismo modo, facilita perfiles de la temperatura de la atmósfera.
  • Espectrómetro Mössbauer (MB): Estudia la composición de las rocas.
  • Espectrómetro de rayos X de partículas Alfa (APXS): para analizar los componentes químicos de las rocas y el suelo.
  • Imanes: para analizar las partículas magnéticas de polvo. El espectrómetro Mössbauer y el espectrómetro de Rayos X de Partículas Alfa analizan las muestras recogidas para determinar la tasa de partículas magnéticas con respecto a las no magnéticas. También analizan la composición de minerales magnéticos en el polvo del aire y en las piedras que han sido trituradas por la Herramienta de Abrasión de Rocas.
  • Cámara para imágenes microscópicas (MI): para obtener imágenes de alta resolución de las muestras obtenidas en las rocas y el suelo.
  • Herramienta de abrasión de roca (RAT): para limpiar superficies polvorientas y afectadas por la intemperie y así exponer material fresco para su estudio con el resto de instrumentos.

Han sido numerosas las dificultades que han tenido que afrontar los científicos encargados del proyecto. Uno de los más recurrentes ha sido la acumulación de polvo sobre los paneles solares a través de los cuales el explorador obtiene la energía necesaria para su funcionamiento.  Debido al simple paso del tiempo, las partículas depositadas sobre los paneles llegaron a dismunir su eficiencia, lo que obligó en numerosas ocasiones a interrumpir los trabajos. La solución llegó el 9 de marzo de 2005 cuando una tormenta de polvo barrió los paneles solares limpiándolos, consiguiendo de esta forma que la duración de la misión se alargase significativamente.  Fue la primera vez que las tormentas de polvo influyeron en la misión.
Otros problemas han tenido que ver con la movilidad.  En varias ocasiones el explorador ha entrado en un banco de arena que ha bloqueado sus ruedas, o ha encontrado una roca de gran tamaño que era preciso evitar.  Ha sido necesario recrear en la medida de lo posible las condiciones del terreno en que se encontraba el explorador que permitieran realizar simulaciones en la Tierra de los movimientos necesarios para solucionar los problemas.  Tras larguísimos debates, los ingenieros daban órdenes de movimientos precisos para cada una de las ruedas para sacar al explorador del atasco.  Esto puede parecer sencillo, pero debemos tener presente que los ingenieros no pueden operar el explorador en tiempo real debido al retraso en la señal, por lo que cualquier movimiento en falso puede suponer el fin de la misión.
Por lo tanto, ahora más que nunca, cuando la crisis financiera, social y económica a escala mundical está afectando al futuro de la exploración espacial, y a la investigación científica en general, debemos rendir tributo a la enorme cantidad de personas que hacen posible el éxito de estas misiones , y recordar que logran que superemos nuestros límites y sigamos nuestro instinto más profundo que no es otro que la “curiosidad”, que nos lleva a preguntarnos insistentemente por el funcionamiento del mundo que nos rodea y a descubrir la razón de ser del universo.
Terminaré con una cita extraída de una novela de Isaac Asimov:

“Sólo haciendo frente a las grandes pruebas puede la Humanidad elevarse a nuevas y mayores alturas. Del peligro y de la aventura han salido siempre las fuerzas que han llevado al Hombre a nuevas y más grandes conquistas. ¿No lo entiendes? ¿No comprendes que al impedir las miserias y fracasos que torturan al Hombre, la Eternidad no le deja encontrar sus propias soluciones, difíciles pero provechosas, las soluciones verdaderas que se obtienen al vencer las dificultades, no al evitarlas?.”

Asimov, Isaac. 1977. El fin de la eternidad. Madrid: Ediciones Martínez Roca S.A.

Para más información:

Créditos imágenes: NASA/JPL-Caltech.


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