El 12º planeta

Vamos a analizar un libro ampliamente conocido, que pese a haber sido publicado originalmente hace más de 35 años, aún hoy en día se sigue editando (al menos en castellano hay nueve ediciones, la última de febrero de 2013). Me refiero al libro “El 12º Planeta” escrito por Zecharia Sitchin.

Debo reconocer que me sorprendió poder encontrar fácilmente un ejemplar sin necesidad de acudir a libreros de ocasión, ya que hay una gran cantidad de libros escritos en fechas muy posteriores que han desaparecido por completo. Esta circunstancia, unida al hecho de que se ha editado nueve veces en España en los últimos once años, demuestra a las claras que se trata de un texto que genera mucho interés entre el público.

El libro se anuncia como el primero de una serie titulada “Crónicas de la Tierra”, se divide en 15 capítulos y consta de 437 páginas en total.

En la solapa leemos, entre otros datos biográficos e información, que Zecharia Sitchin (1920-2010) se educó en Palestina (durante el mandato británico), se licenció en Historia económica en la London School of Economics and Political Science; y que adquirió un profundo conocimiento de numerosas lenguas, entre ellas el hebreo clásico, lenguas semíticas y el sumerio.

Nuestro autor posee una página web oficial y dado que el Sr. Sitchin falleció el pasado 9 de octubre de 2010, sus herederos han abierto otra página donde sus lectores se pueden comunicar y así mantener su interés en sus ideas.

Entrando a analizar el texto, en la contracubierta del libro leemos el siguiente resumen de los contenidos de la obra:

EDICIÓN ESPECIAL ILUSTRADA

CON NUMEROSOS MAPAS, DIAGRAMAS Y FOTOGRAFÍAS.

A partir de los textos antiguos, la arqueología y la mitología, Zecharia Sitchin entreteje el relato de los orígenes de la humanidad y documenta la intervención extraterrestre en la historia de la Tierra. Centrándose en la antigua Sumeria, el autor nos revela con extraordinaria precisión la historia completa del Sistema Solar según la versión de los visitantes procedentes de otro planeta que gira a corta distancia de la Tierra cada 3600 años. El 12º planeta es, sin duda, el libro de referencia obligada sobre los antiguos astronautas ya que en él se nos narra cuándo y cómo llegaron y de qué modo la tecnología y la cultura de estos astronautas influyen en la raza humana desde hace ya cientos de miles de años.

La finalidad de la obra queda clara desde el comienzo. El autor afirma en el prólogo que una civilización de otro planeta envió astronautas a la Tierra en algún momento de nuestro pasado, siendo su intención responder a las preguntas de ¿Cuándo lo hicieron? ¿Cómo llegaron aquí? ¿De dónde venían? ¿Y qué hicieron aquí durante su estancia?

Para lograr su propósito, utilizará «el Antiguo Testamento como ancla, y no presentando como evidencia otra cosa que los textos, los dibujos y los objetos que nos dejaron los antiguos pueblos de Oriente Próximo». Sostiene que identificará el planeta del cual vinieron estos astronautas (llamado duodécimo planeta) exponiendo una nueva cosmología acerca de la formación de la Tierra y el Sistema Solar «que explica mejor que nuestras ciencias actuales»; y será capaz de describirlos físicamente así como su tecnología y el secreto de su «inmortalidad».

Este será el preámbulo para describir la «Creación» del hombre por estos astronautas así como los métodos que emplearon para lograrlo. En definitiva, su intención es mostrar que «el Hombre no está solo, y que las generaciones futuras tendrán otro encuentro con los súbditos del Reino de los Cielos».

De esta forma, si bien la tesis central es que nuestro planeta ha sido visitado por seres extraterrestres, la realidad es que sus planteamientos son más extensos:

  • Para él, el origen de la vida en la Tierra hay que buscarlo en otro lugar (lo que hoy en día conocemos como la teoría de la panspermia dirigida)
  • El hombre moderno, Homo sapiens, es un extraño en la Tierra. Pone en tela de juicio las afirmaciones de la paleoantropología “oficial” sosteniendo que la aparición de Homo sapiens fue súbita e inexplicable. El desarrollo de sus herramientas, su capacidad de hablar, y otros rasgos modernos no tienen conexión con los primates anteriores, ni puede ser explicado con el lento proceso evolutivo (se apoya en una cita de Theodosius Dobzhansky ―Mankind evolving quien concluye que «el hombre moderno tiene muchos parientes fósiles colaterales, pero no tiene progenitores; de este modo, la aparición del Homo sapiens se convierte en un enigma»). Su respuesta es que, como afirma el Antiguo Testamento y otras fuentes antiguas, fuimos creados por los dioses.
  • En relación con lo anterior, dado el escaso tiempo transcurrido desde su aparición, el hombre debería estar incivilizado: «al hombre le llevó dos millones de años avanzar en su “industria de la herramienta”, desde la utilización de las piedras tal cual las encontraba, […] y menos de 50.000 años después del Hombre de Neanderthal, hemos llevado astronautas a la luna».
  • Refiere que a pesar de que nuestros estudiosos no pueden explicar la aparición de Homo sapiens, al menos no hay duda “por ahora” de que la civilización surgió en Oriente Próximo.
  • Sitúa el origen de la agricultura en Oriente Próximo desde donde se extendió al resto del mundo. El hombre comenzó cultivando y “domesticando” el trigo y la cebada, para luego aparecer en “rápida sucesión” el mijo, el centeno y la escanda; el lino que proporcionaba fibras y aceite comestible; y una amplia variedad de arbustos y árboles frutales: «era como si en Oriente Próximo hubiera existido una especie de laboratorio botánico genético, dirigido por una mano invisible, que producía de vez en cuando una planta domesticada» Siguiendo este argumento, identifica el “Edén” bíblico como este lugar, como el lugar del origen de la vid.
  • Tras la domesticación de plantas y animales, y el origen del culto a los muertos, que comienza en los alrededores del 11000 a.C., tuvo lugar la aparición de la cerámica en las tierras altas de Oriente Próximo en un lapso de no más de 3.600 años ―esta cifra temporal es importante como veremos más adelante― «el descubrimiento de los múltiples usos que se le podía dar a la arcilla tuvo lugar al mismo tiempo que el Hombre dejó sus moradas en las montañas para instalarse en los fangosos valles»
  • Tras esto, el progreso se ralentizó y se produjo una regresión hacia el 4500 a.C., aunque después, «súbita, inesperada e inexplicablemente, el Oriente Próximo presenció el florecimiento de la mayor civilización imaginable».

Esta imagen representa según el autor «la cabeza tallada de un “dios” cubierta por un casco rayado y portando una especie de “gafas”». Sin embargo, únicamente nos informa que fue hallada en el norte de Israel y datada en el noveno milenio a.C. No ofrece datos del yacimiento donde se descubrió ni dónde se encuentra el original con lo que se hace imposible corroborar su afirmación.

En resumidas cuentas, ni la vida ni el origen de Homo sapiens se explican sin la intervención de seres de otro planeta (nada afirma acerca del resto del mundo animal, de cómo surgen las diferentes especies o evolucionan). Todos los hitos culturales del ser humano, la fabricación de herramientas, la domesticación de plantas y animales, el origen de la cerámica etc. los achaca a estos seres sin quienes no habríamos sido capaces de evolucionar (al menos en el “corto” espacio de tiempo en que lo hemos hecho). En idénticos términos describe el origen de la civilización con la construcción de las primeras ciudades, la invención de la escritura etc.

Bien, hasta aquí el planteamiento de su tesis. En próximas entradas iremos desgranando y discutiendo la veracidad de sus afirmaciones paso a paso, siguiendo el orden expositivo de su obra.







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